La adoración, Ibadah, según se entiende en el Islam, atañe a la purificación del alma, y a la vez, a la vida diaria del ser humano. La base de la adoración reside en el hecho de que los seres humanos son criaturas y siervos de Dios, su Creador y su Señor, y a Él tienen destinado su regreso. Así, el acercamiento del hombre hacia Dios, en estrecho contacto, reverencia y con espíritu de devoción y humilde sumisión, se llama Ibadah.
En algunas religiones, la adoración es un modo de desarrollar en el hombre una actitud de ascetismo y aislamiento de la vida. En estas religiones se trata de desarrollar una mentalidad que desprecia la alegría y el gozo de los placeres del mundo. Luego, hay otras religiones que consagran ciertos lugares para la adoración, prohibiendo que se realice en cualquier otro lugar. Hay también religiones en las que la adoración solo puede ser realizada en presencia de un director, miembro de una clase determinada de individuos llamados sacerdotes. Así pues, la naturaleza y las formas de la adoración varían de una religión a otra.
En el Islam, la adoración está directamente relacionada con el hecho de que los correctos cimientos para una vida buena y sana son la solidez en las creencias y pensamientos, pureza de espíritu y rectitud en las acciones.
A través de la creencia en la unicidad de Dios (Quien tiene todos los atributos de perfección), el Islam trata de purificar a la humanidad de toda impureza en la doctrina y de supersticiones fantásticas. De hecho, el politeísmo y la idolatría, que son contrarias al Islam y degradan al hombre a un nivel incompatible con su dignidad. El Islam lucha contra la idolatría y el politeísmo, sea cual fuera la forma y la extensión es que se hallen. En lo concerniente a la erradicación de la idolatría, el Islam incluso observa sus más imperceptibles formas. Incluso aquellas creencias y prácticas que no parecen idólatras para quien las practican.
Una de las manifestaciones a este respecto, es que el Islam prohíbe la oración ritual (Salat) frente a una tumba y no permite tampoco, el juramento en nombre de nadie salvo de Dios. Todo esto muestra la total hostilidad del Islam hacia la idolatría. Cuando el califa Omar Ibn Al-Jattab, vio que la gente había comenzado a santificar el árbol debajo del cual los compañeros del Profeta Muhammad (La Paz y Bendiciones de Alá sean con él) habían jurado dar sus vidas en el camino de Dios en el pacto de Al-Hudaibíah, tuvo miedo de que esto pudiera corromper las creencias de la gente. Por lo tanto mandó a cortar el árbol.
Mediante la eliminación de todo lo que pueda enturbiar la distinción entre las criaturas y el Creador, la adoración en el Islam sirve al alma humana como medio de depuración del pecado y la maldad en la vida diaria. Por lo tanto, fue acondicionada para cumplir esta finalidad, con la sola condición de que fuese realizada con espíritu sincero.
CARACTERÍSTICAS DE LA ADORACIÓN
los rasgos característicos de la adoración propuesta por el Islam pueden quedar comprendidos en lo siguiente:
No existen Intermediarios:
En primer lugar, el Islam libera la adoración de toda servidumbre a cualquier intermediario entre el hombre y su Creador. El Islam trata de crear una unión directa entre el hombre y su Señor, haciendo así, innecesaria la intervención de intermediarios. Los sabios y conocedores considerados como doctores en el Islam (Sheijs, ulemas), quizá necesario destacarlo, no son intermediarios entre el hombre y Dios, ni tienen derecho de aceptar o rehusar los actos de adoración dirigidos a Dios. Más bien están considerados como unos seres humanos a los que se les ha impuesto la tarea adicional de enseñar a aquellos que carecen de conocimiento necesario. Son considerados culpables si guardan para sí el conocimiento y no lo imparten a quienes aspiran tenerlo. En otras palabras, la jurisprudencia islámica no impone el dominio de la gente docta en materia religiosa sobre el resto de la gente en el camino correcto. Esto queda en el siguiente texto del Corán:
"¡Recuérdales! Tu solo eres un amonestador. Tú no eres un dictador sobre ellos".
El Profeta (La Paz y las Bendiciones de Dios sean con él) también dirigió a su propia hija, Fátima, las siguientes palabras, que muestran que todos los seres están en un nivel de completa igualdad ante Dios:
"!Oh Fátima, hija de Muhammad! No podré ayudarte en forma alguna ante Dios".
No está limitada a lugares específicos:
El Islam no solamente ha liberado la adoración de la presencia de intermediarios, sino también del confinamiento en lugares determinados. El Islam piensa que todo lugar es lo suficiente puro como para adorar a Dios, ya sea una casa particular o estando a lomos de un animal, o la cubierta de un buque, o una mezquita especialmente construida para tal fin. Donde quiera que una persona se encuentre, puede volverse a su Señor y ponerse en comunión con Él. El Profeta (La Paz y las Bendiciones de Dios sean con él) expuso esta idea con bellas palabras: "la tierra fue hecha para mí una mezquita, pura y limpia".
Una perspectiva que lo abarca todo:
El Islam también ha ensanchado considerablemente el alcance de la adoración. Para el Islam, la adoración no queda confinada a oraciones particulares. El Islam considera que cada acto virtuoso que se realiza sinceramente y bajo la perspectiva de materializar los mandos de Dios y alcanzar Su gracia, es un acto de adoración por el cual el hombre será recompensado. Comiendo, bebiendo, durmiendo o divirtiéndose, incluso las actividades que dan lugar a placeres sexuales (los casados según el mandato de Dios); todos estos actos se transforman en adoración si se realiza con un móvil sinceramente dirigido a Dios. Si, incluso estas acciones dan lugar a actos de adoración si la intención que los origina está de acuerdo con la voluntad de Dios, esto se trata de satisfacer las necesidades por medios legítimos, así como de auto-controlarse.
También es un acto de adoración el trato de fortalecer el cuerpo mediante el correcto suministro de alimentos y el adecuado descanso, mediante la ejecución de esfuerzos y trabajos duros, así como el subsiguiente descanso y distracción, para poder llevar a cabo las responsabilidades que han sido encomendadas por Dios. De hecho, si se hace todo esto con la intención de agradar a Dios, se pone en práctica el siguiente dicho del Profeta (La Paz y las Bendiciones de Dios sean con él):
"Un creyente fuerte es mejor y más querido ante Dios que un creyente débil, y ambos son queridos".
En resumen, resulta que sólo mediante la purificación de los motivos y las intenciones, los actos de la vida corriente se convierten en actos de devoción y adoración. Así es posible avanzar espiritualmente, aunque se esté disfrutando de los placeres de la vida mundana. La razón es que, durante todos esos actos, el corazón permanece en comunión con Dios mediante la pureza de la intención, debido a la seguridad total en el servicio a Dios. Ello nos pondrá en condiciones de permanecer continuamente en un estado de sumisión, obediencia y devoción a Dios incluso durante el trabajo, siendo esta la verdadera esencia de la adoración. El Islam, a diferencia de otras religiones, no desprecia la satisfacción de los apetitos corporales instintivos... es más, el Islam no considera en modo alguno que abstenerse de satisfacer estos deseos signifique mayor piedad y virtud que satisfacerlos. El Islam quiere que la persona disfrute de los placeres y cosas buenas que la vida proporciona, con tal que no se violen los límites de legitimidad ni los derechos ajenos, ni hechos por los suelos los buenos principios morales, ni perjudique los amplios intereses de la sociedad.
Hay una gran sabiduría y una importante razón para este amplio campo de adoración. La razón para es que el Islam quiere que el corazón humano permanezca en una perpetua comunión con Dios. El Islam desea también que el ser humano observe una vigilancia incesante sobre sus deseos para su propio bien en la vida futura:
"Procúrate, con lo que Dios te ha agraciado, la morada de la otra Vida y no olvides tú debes en este mundo..."(Corán 28:77).
Entonces, cuando alguien descubre todo esto, incluso sus alegrías y placeres pueden ser actos de adoración, simplemente mediante la pureza de la intención y de motivo; lo que simplifica la obediencia continua a Dios y dedicar todo el esfuerzo a procurarse la Gracia Divina. Se sabe perfectamente que la devoción a Dios no significa, necesariamente, el abandono de la vida mundana, como tampoco significa miseria y pobreza.
¿A qué conduce la buena intención? ¿Le sobreviene al hombre el olvido de Dios a causa del excesivo auto-abandono? El Profeta (La Paz y las Bendiciones sea con él) dijo que, incluso cuando alguien pone afectuosamente un poco de comida en la boca de su esposa, para estrechar los vínculos del amor conyugal, es recompensable por ello. Este se comprende porque está tratando de realizar el propósito de una vida en común con amor y afecto que, como dice el Corán, es la razón de ser de la vida familiar:
"Entre Sus signos está el de haberos creado esposas de vuestra misma especie, para que os sirvan de quietud, y el haber suscitado entre vosotros el afecto y la bondad" (Corán 30:21).
LA INTENCIÓN Y EL MOTIVO
Los sabios y los juristas del Islam han proclamado que la buena intención transforma los actos realizados de forma habitual en actos de adoración. La buena intención marca la diferencia en la vida humana. Es por la falta de pureza en la intención que hay personas que beben, comen y satisfacen sus deseos y, haciendo esto, viven en el mismo nivel que los animales. La razón es que sus actos no se producen por otro motivo que el de satisfacer sus deseos instintivos.
Y a la vez, hay personas, aparentemente similares a las mencionadas en lo tocante a la satisfacción de sus deseos y el goce de los placeres de la vida, que, gracias a la noble intención que motiva sus acciones, hasta sus movimientos físicos se convierten en actos de adoración por los que serán recompensados. Sin embargo los desatentos son como dice el Corán:
"... quienes no creen disfrutarán y comerán como comen los rebaños, pero tendrán como morada el fuego" (Corán 47:12).
FINALIDAD DE LOS RITUALES ESPECÍFICOS
Las oraciones, así como todas las formas prescritas de adoración, sirven para distinguir a los que sinceramente tienen fe y deseo de servir a Dios de aquellos otros que se contentan con palabrerías. La oración es tan importante que el Profeta (La Paz y las Bendiciones sea con él) dijo:
"La oración es el pilar de la religión islámica y quien que la abandona, destruye el verdadero pilar de la religión".
UN IDEAL PRÁCTICO
La finalidad real del Islam, al declarar que la adoración abarca la totalidad de la vida humana, es hacer que la fe religiosa desempeñe un papel efectivo y práctico, reformando la vida humana. Desarrolla en el ser humano una actitud paciente y fuerte ante las dificultades y obstáculos, y creando en él un impulso por lograr que prevalezca el bien y se extinga el mal.
Todo esto deja ver ampliamente que el Islam, abanderado de los conceptos e ideas antes citados, se opone a esas filosofías derrotistas y aislacionistas que los entendidos han llamado ascetismo, es decir, a esa errónea clase de ascetismo que se fundamenta en la renuncia al mundo y a la obtención del sustento; en el abandono de la vida de acción y lucha; en el completo estancamiento y la decadencia. Estas actitudes no tienen lugar dentro del Islam, más bien, son símbolos de derrota y evasión ante la lucha por la vida. Para vivir se requiere fuerza, recursos materiales y actividad. El papel que desempeña el Islam en la lucha de la vida es totalmente positivo.
Para ilustrar la actitud islámica respecto al tema que nos concierne y aclarar falsos conceptos sobre la vida espiritual, puede narrarse aquí el siguiente hecho: Aisha, esposa de Muhammad (La Paz y las Bendiciones sean con él), vio una vez una persona caminando con ostentosa debilidad y con la espalda inclinada, dando la lastimosa impresión de ser muerto andante; atrayéndose de ese modo la mirada de las personas que le veían. Aisha censuró esta clase de "santidad" diciendo: Omar Ibn Al-Jattab (Segundo califa y gran compañero del Profeta) fue el más piadoso y ascético de todos. Pero, cuando decía algo, lo decía alto, cuando caminaba, lo hacía rápido; y cuando golpeaba, golpeaba fuerte.
Así pues, el tener más vida interior debería hacernos los más francos y fuertes en el mundo.
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